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lunes, 10 de junio de 2013

“Fundamentos del lenguaje”. Jakobson. (resumen)


- La afasia como problema lingüístico.
Si la afasia es un trastorno del lenguaje, según sugiere el propio término, entonces todo intento de descripción y clasificación de los síntomas afásicos debe empezar por preguntarse cuáles son los aspectos del lenguaje alterados en las diversas clases de afasia.
La lingüística trata del  lenguaje en todos sus aspectos: del lenguaje en acto, en evolución, en la etapa de su formación, y del lenguaje en trance se descomposición.
La afasia es un trastorno del lenguaje que provoca una desintegración de la trama sonora; esta disolución, empobrecimiento, sigue un orden regular. La regresión afásica es un espejo de la adquisición de los sonidos del habla por parte del niño, mostrando el desarrollo de éste a la inversa. La comparación del lenguaje infantil y la afasia permite establecer ciertas leyes de implicación.

- El carácter doble del lenguaje.
El hablar supone seleccionar determinadas entidades lingüísticas y combinarlas en unidades de un nivel de complejidad más elevado. Eso se ve claramente a nivel léxico: el hablante selecciona palabras y las combina formando frases de acuerdo con el sistema sintáctico del lenguaje que emplea, y a su vez las oraciones se combinan en enunciados; pero el hablante debe escoger del repertorio léxico las palabras que tienen en común con la persona a quien se dirige. Así, hablante y oyente disponen, más o menos, del mismo fichero de representaciones prefabricadas (código común entre los participantes); el acto de hablar requiere para ser eficaz que aquellos que intervienen en él utilicen un código común.
Los hablantes combinan los elementos lingüísticos según dos modos: concurrencia de entidades simultáneas y concatenación (encadenamiento) de entidades sucesivas. El código del lenguaje limita las posibilidades de combinar un fonema con otras formas que lo sigan y/o le preceden. Por lo regular, el hablante es un usuario, no un acuñador de palabras. El significado de la locución no puede deducirse de la suma e los significados de sus elementos consecutivos léxicos: el todo no es igual a la suma de las partes.
Los signos lingüísticos se disponen de dos modos:
  Combinación: los signos están formados de otros signos constitutivos y/o aparecen unicamente en combicacion con otros signos. Toda unidad lingüística sirve a la vez como contexto para las unidades más simples y/o encuentra su propio contexto en una unidad lingüística más compleja. Combinación y contextura son dos caras de la misma operación.
La combinación es en presencia: se apoya en dos o más términos presentes en una serie efectiva. Relaciones sintagmáticas de Saussure.
  Selección: la opción entre dos posibilidades implica que se puede sustituir una de ellas por la otra, equivalente a la primera bajo un aspecto, diferente de ella bajo otro.  Relaciones asociativas (paradigmáticas) de Saussure.
La selección une términos en ausencia en una serie mnemónica virtual. Relaciones asociativas.

La selección refiere a entidades asociadas en el código, mientras que, en el caso de la combinación, las entidades a que se refiere se hallan asociadas al mensaje y al código o solo al mensaje.
El receptos percibe que el enunciado (mensaje) es una combinación de partes constitutivas (frases, palabras, fonemas, etc.) seleccionadas de entre el repertorio de todas las partes constitutivas posibles (código). Los elementos de un contexto se encuentran en situación de contigüidad, mientras que en un grupo de sustitución los signos están ligados entre sí por diversos grados de símil arridad y el núcleo común de los términos.
Para interpretar un signo hay dos referencias: el código y el contexto. Los elementos constitutivos de un mensaje (enunciado) están ligados necesariamente con el código por una relación interna y con el mensaje por una relación externa. El lenguaje emplea ambos modos de relación.

* El trastorno de la semejanza.
Los afásicos con trastorno de la semejanza poseen una selección y sustitución deficiente, con relativa estabilidad de la combinación y contextura. El contexto constituye un factor indispensable y decisivo.
Poseen facilidad para completar palabras o frases y para mantener una conversación, pero les es difícil iniciar un dialogo o entender un discurso cerrado como el monologo. Cuanto más dependan sus palabras del contexto más éxito tendrán en sus esfuerzos de expresión. Se encuentran incapaces de articular una frase que no responda ni a una réplica de su interlocutor ni a la situación que se les presenta.
Las palabras dotadas de una referencia inherente al contexto (pronombres, adverbios pronominales) y las que solo sirven para construir el contexto, tienen grandes posibilidades de sobrevivir.
Las palabras menos afectadas por la enfermedad serán las que más dependan de otras de la misma frase, y las que más se refieran al contexto sintáctico.
En este caso patológico, una palabra aislada carece de significado, no significa otra cosa que “bla, bla, bla”. algunos afásicos tienden a reemplazar variantes contextuales de una misma palabra por diferentes términos, cada una de las cuales es específico para un entorno dado.
Hay una pérdida del metalenguaje, es decir, de la capacidad de interpretar un signo a través de otros de la misma lengua. Su idiolecto (forma de hablar de un determinado individuo en un momento dado) se convierte en la única realidad lingüística. El habla de los demás no constituyen mensajes que se le dirigen en su sistema verbal.
La metonimia se basa en la contigüidad y, por eso, es empleada con frecuencia por los afásicos con deficiencias selectivas.
Ejemplo: un signo (tenedor) que suele aparecer con otro (cuchillo) puede usarse en lugar de éste último).
Cuando la capacidad de efectuar selecciones está seriamente dañada y se conserva, al menos parcialmente, la facultad de combinación, entonces la contigüidad determina la totalidad de la conducta verbal del paciente, dando lugar a un tipo de afasia llamada trastorno de la semejanza.

* El trastorno de la contigüidad.
Los afásicos con trastorno de la contigüidad poseen una combinación y contextura deficiente, con relativa estabilidad de la selección y sustitución. La facultad de combinar entidades lingüísticas simples para constituir otras más complejas se altera.
Se altera la capacidad de contextura: se disminuye la extensión y variedad de las formas, se pierden las reglas sintácticas que disponen las palabras en unidades superiores. El orden de las palabras se vuelve caótico y desaparecen los vínculos de la coordinación la subordinación gramaticales.
El modo de expresión es el estilo telegráfico, a lo tarzan. Se conservan enunciados de una sola frase y en frases de una sola palabra, se manifiestan en enunciados infantiles.
Utilización de la metáfora, ya que se utiliza la semejanza: “decir lo que es una cosa es decir a qué se parece”. El paciente maneja la semejanza y cuando identifica algo lo hace de modo metafórico.
Cuando la capacidad de efectuar combinaciones está seriamente dañada y se conserva, al menos parcialmente, la facultad de seleccionar, entonces la semejanza determina la totalidad de la conducta verbal del paciente, dando lugar a un tipo de afasia llamada trastorno de la contigüidad.

TRASTONO DE LA SEMEJANZA
* Alteración de la facultad de selección y sustitución.
* Deterioro de operaciones metalingüísticas.
* Supresión de la relación de semejanza.
* Utilización de la metonimia.
* Deficiencia de la capacidad de sustituir palabras en el orden del paradigma.
* En casos avanzados, se utiliza el vocablo “cosa” o “coso” para designar casi todo.
* Se mantienen, sin deterioro aparente, los eslabones o conexiones en el sintagma (y, con, entonces, o, luego).

TRASTORNO DE LA CONTIGUIDAD
* Alteración de la facultad de combinación y contextura.
* Deterioro de la jerarquía de unidades lingüísticas.
* Supresión de la relación de contigüidad.
* Utilización de la metáfora.
* Habla a lo tarzan.
* Deficiencia de la capacidad de combinar los elementos seleccionados en un sintagma organizado.
* Disminución de la variedad y extensión de las frases.

En la conducta verbal normal, el discurso engendra dos procesos continuamente: desarrollo metafórico, debido a la semejanza, y desarrollo metonímico, debido a la contigüidad.

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