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jueves, 16 de febrero de 2012

“Tótem y Tabú”; Freud (resumen)

“Tótem y Tabú”; Freud
* El horror al incesto
    Freud toma el ejemplo de los actuales salvajes de Australia. Ellos se rigen por el totemismo: cada clan tiene su tótem, un antepasado benefactor y protector que une a los miembros más que los mismos lazos de sangre. En cada tótem está siempre la norma de la exogamia, no estando permitido el vínculo sexual entre miembros del mismo clan totémico. Totemismo y exogamia aparecen muy unidos. Si alguien viola la norma, toda la tribu lo castiga enérgicamente como si estuviese defendiéndose de una seria amenaza, aunque la violación implique un amorío pasajero que engendra hijos. Si el tótem se hereda de la madre, entonces los hijos no podrán tener comercio sexual ni con su madre ni sus hermanas, ya que son del mismo tótem. Todos los descendientes del mismo tótem son considerados parientes consanguíneos (de la misma sangre), aún cuando sean de distintas familias. Tienen horror al incesto.
    Así, la estirpe totémica reemplaza a la familia realmente consanguínea, tanto que un hijo llama 'padre' no sólo a quien lo engendró, sino a cualquier otro hombre que pudiera haberse casado con su madre.

* El tabú y la ambivalencia de las mociones de sentimiento
    Tabú significa algo sagrado, pero sobretodo algo prohibido, y no por algún dios, sino que es la norma misma quien prohíbe. Tabú significa también algo que protege, a jefes, niños, mujeres, etc..
    Wundt habla del tabú de los animales (prohibición de matarlos y comerlos), y que es el núcleo del totemismo. También pueden ser tabúes seres humanos (niños, mujeres, etc) y otros objetos como plantas, casas, etc. Wundt cree que el tabú obedece al miedo a un poder demoníaco supuestamente escondido en el tabú.
    Con el tiempo el tabú pasó poco a poco a prohibir por sí solo, pasando lo demoníaco a un segundo plano. El psicoanálisis nos muestra el tabú en los enfermos obsesivos, llenos de tabúes a los que obedecen tanto como los salvajes. Hay concordancias entre las prohibiciones obsesivas neuróticas y los tabúes, como por ejemplo que son igualmente inmotivadas y de enigmático origen, y además impuestas desde dentro del sujeto. En suma, las concordancias son cuatro: carácter inmotivado, convencimiento interno, desplazabilidad (contagio) y acciones ceremoniales.
    Las prohibiciones tabú son ambivalentes: en lo inconciente les gustaría violarlas, pero al mismo tiempo temen hacerlo. Las más antiguas e importantes prohibiciones-tabú son las dos leyes fundamentales del totemismo: no matar al animal totémico, y evitar el comercio sexual con los miembros del sexo opuesto del mismo clan totémico. Consiguientemente, estas debieron ser las apetencias más fuertes del hombre, ya que el fundamento del tabú es un obrar prohibido para el cual hay una intensa inclinación inconciente.
    El hombre que violó un tabú se vuelve él mísmo tabú porque da el mal ejemplo a los demás, los cuales deben entonces evitarlo. También se vuelve tabú el ser humano que tienta a violar lo prohibido, como por ejemplo una mujer, o también el hombre que despierta envidia. Esta transferibilidad del tabú refleja la inclinación de la pulsión inconciente, ya indicada para la neurosis, a desplazarse siempre sobre nuevos objetos siguiendo diferentes caminos asociativos.
    Hasta aquí resumimos: el tabú es una prohibición antiquísima impuesta desde afuera por alguna autoridad, y dirigida hacia las más intensas apetencias del hombre. El placer de violar el tabú subsiste en este inconcientemente, y quienes obedecen el tabú tienen una actitud ambivalente hacia aquello sobre lo cual el tabú recae: objeto, persona, etc. ya que despierta tentación y también temor. La violación del tabú se expía mediante una renuncia.
   
* El retorno del totemismo en la infancia
    El totemismo es tanto un sistema religioso como social. Religioso porque apunta al vínculo de mutuo respeto y protección entre un hombre y su tótem, y social porque regula las relaciones entre los hombres. Dos son las prohibiciones importantes en el totemismo: matar (o comer) al tótem, y comerciar sexualmente con los mismos miembros del clan totémico.
    Tres tipos de teorías intentaron explicar el origen del totemismo: las nominalistas, las sociológicas y las psicológicas.
    Según las teorías nominalistas, los antepasados dieron nombres de animales a sus jefes porque tenían algunas cualidades de ellos. Con el tiempo, sus descendientes terminaron creyendo que su antepasado, el tótem, fue un animal.
    Según la teoría sociológica (Spencer y Guillen), el tótem representa a la sociedad en su conjunto, corporiza a la comunidad que es el genuino objeto de veneración. La sociedad es venerable porque permite unirse armónicamente a los hombres y cooperar entre sí para poder subsistir.
    En cuanto a las teorías psicológicas, hay varias, como las de Wilken, Boas, Wundt y Frazer. Este último, en un primer momento sostuvo como teoría que el tótem es sentido como un refugio seguro del alma del primitivo para protegerla de los peligros. Después adhirió a la teoría sociológica antes indicada, y por último, Frazer buscó identificar la fuente última del totemismo en la ignorancia de los salvajes acerca del proceso de la reproducción sexual, especialmente respecto del papel del macho. El totemismo resulta ser así una creación de la mujer, quien cree que algo (el tótem) la fecunda y le da hijos. Freud critica esto, diciendo que los salvajes no son tan ignorantes como para creer en una concepción sexual mágica.
    Respecto de las relaciones entre totemismo y exogamia, hay quienes dicen que ambas instituciones están juntas por azar y que en realidad son independientes, mientras otros sostienen que la exogamia es una consecuencia lógica del totemismo. Freud no estará de acuerdo con ninguna de las teorías expuestas para explicar el origen de la exogamia (es decir, el origen del horror al incesto).
    Freud intentará una teoría de tipo histórico-conjetural, es decir que supondrá que hace mucho tiempo se produjo un cierto acontecimiento primordial, a partir del cual puede luego deducirse el horror al incesto.
    Tal acontecimiento se relaciona con una hipótesis darwiniana según la cual los monos superiores vivieron en hordas, dirigidos por un jefe que acaparaba las mujeres y que por celos impedía la promiscuidad sexual dentro de su horda. De esta exigencia exogámica vino después el tótem imponiendo su prohibición del incesto. Otra teoría sostiene lo contrario, al sostener que la exogamia es consecuencia (y no origen) de las leyes totémicas. No parece cosa simple unificar ambas concepciones.
    Los niños se interesan más por los animales y se sienten más cerca de ellos que de los adultos, pero sin embargo desarrollan zoofobias (terror a ciertos animales), y el análisis mostró que tales animales representaban al padre, en tanto temido oponente de sus intereses sexuales, en tanto fuente de amenazas de castración. Estos niños también se identifican con el animal temido, siendo ellos mismos quienes son peligrosos. Encontramos aquí hasta ahora dos rasgos comunes entre estas zoofobias infantiles y el totemismo: la plena identificación con el animal totémico, y la actitud ambivalente de sentimientos hacia él (porque tanto el padre como el tótem son a la vez temidos y amados). Freud aclara que estas zoofobias aparecen en los niños varones.
    Los mismos miembros del tótem ven en éste a su antepasado y padre primordial. Este es el núcleo de la explicación psicoanalítica del totemismo. En efecto, las dos prohibiciones del tótem (no matar al animal totémico y no cometer incesto) son justamente los dos crímenes cometidos por Edipo (mató a su padre y tomó por mujer a su madre). Si estos dos deseos no son adecuadamente reprimidos, darán lugar a la neurosis. Se concluye hasta ahora: el sistema totemista resultó de las condiciones del complejo de Edipo.
    W. Smith destaca como característica universal de toda cultura los sacrificios en el altar como medio para reconciliarse con la divinidad o simpatizar con ella. El sacrificio de animales es el más antiguo, donde estos eran el alimento tanto del dios como de sus adoradores, es decir que ambos eran comensales del mismo banquete. Se trata de un lazo de unión que debe repetirse siempre para hacerlo duradero: comer juntos une a la divinidad con sus adoradores, y a estos entre sí. Matar al animal para el sacrificio sólo se permite cuando todos lo hacen para ofrendarlo, estando prohibida la matanza individual. Vale decir, sólo era permitida cuando todos juntos asumían la responsabilidad. El animal sacrificado era considerado de la misma sangre ( y por tanto del mismo clan) que los adoradores y el dios divinidad.
    El lazo que los une no es entonces simplemente el banquete, sino el hecho que tanto los adoradores como el dios comían el mismo animal, con lo cual la vida de este pasaba a morar en la sangre y la carne de todos ellos. La religión totemista se funda así en la matanza y devoración periódica del tótem. Consumada la muerte, el animal es llorado y lamentado compulsivamente por temor a una represalia, pero inmediatamente después viene un festejo jubiloso donde se liberan todas las pulsiones. El tótem, desde el psicoanálisis, es el padre, pues hacia él hay sentimientos ambivalentes: se lo odia (por eso es matado) y se lo ama (por eso es llorado).
    Uniendo esto con la hipótesis darwiniana de la horda primordial, cabe pensar que esta horda es el origen de los sistemas totémicos. Ello se debe a un acontecimiento que conjeturalmente según Freud tuvo que haber ocurrido: los hermanos se unieron para darse fuerza y poder matar al jefe de la horda, severo y celoso. Luego comieron su cadáver para identificarse con él y que cada uno tuviese un poco de la fuerza del padre. El banquete totémico recuerda periódicamente este acontecimiento. Pero como los hermanos también amaban al padre vino luego el arrepentimiento, naciendo así el sentimiento de culpa en la humanidad, volviéndose el muerto más fuerte de lo que había sido en vida. Desde esta conciencia de culpa de los hijos varones nacieron las dos prohibiciones totémicas: no matar al animal totémico, y no tener vínculos incestuosos con mujeres del mismo clan (ya que era lo que el padre originalmente prohibía). Ambas cosas fundaron la etnicidad del hombre, y mientras la primera solo tenía su razón de ser en un simple sentimiento, la segunda tuvo además un valor práctico: la prohibición del incesto impedía que los hermanos se peleen entre sí por las mujeres de su clan, lo cual implicaba el riesgo de que apareciera nuevamente un padre tirano y celoso entre ellos. En suma: el psicoanálisis nos lleva sostener un nexo íntimo y un origen simultáneo entre totemismo y exogamia.
    Es esto también el origen de las religiones. La comunión cristiana es en el fondo una nueva eliminación del padre, una repetición del crimen que debía expiarse. El complejo de Edipo está así en el origen de todas las religiones e instituciones sociales, así como también en el origen de las neurosis. Los procesos psíquicos en las masas son entonces asimilables a los procesos psíquicos individuales. La conciencia de culpa generada por el parricidio primordial no se ha extinguido aún en nosotros. La hallamos en los neuróticos, quienes actúan en función de una cierta realidad psíquica (expiar una culpa) y no de una realidad objetiva. Para el neurótico, como para los primitivos, meros deseos e impulsos tienen el valor de hechos. No obstante hay diferencia entre unos y otros: el neurótico sustituye las acciones por pensamientos, y el primitivo convierte los pensamientos en acciones.

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