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lunes, 10 de junio de 2013

“La organización genital infantil”; Freud (Resumen)


La afirmación de que la primacía de los genitales no aparece aún establecida en el temprano periodo infantil, no satisface ya por completo.
Si bien en la vida sexual infantil no llega a establecerse una perfecta síntesis de los instintos parciales bajo la primacía de los genitales, el interés dedicado a ellos y a la actividad genial adquiere, al alcanzar el cuero evolutivo de la sexualidad infantil su punto más alto, una importancia predominante poco inferior a la que logran en la madurez.
En la organización genital infantil se haya la diferencia más importante con la del adulto: el sujeto infantil solo admite un órgano genital, el masculino, para ambos sexos; existe una primacía del falo.
El niño percibe las diferencias externas entre hombres y mujeres, pero al principio no tiene ocasión de enlazar tales diferencias a una diversidad de sus órganos genitales. Atribuye a todos los demás seres animados, hombres y animales, órganos genitales análogos a los suyos y llega hasta buscar en los objetos inanimados un miembro igual al que él posee. Este órgano fácilmente excitable ocupa en alto grado el interés del niño y plantea continuamente nuevos problemas a su instinto de investigación.
En el curso de sus investigaciones el niño descubre que el pene no es atributo común a todos los seres semejantes a él. La visión casual de los genitales femeninos lo inicia en este descubrimiento. Al principio niegan la falta, creen ver el miembro y salvan la contradicción entre la observación y el prejuicio pretendiendo que el órgano es todavía muy pequeño y crecerá cuando la niña vaya siendo mayor. Poco a poco llegan a la conclusión de que la niña poseía al principio un miembro análogo al suyo, del cual fue despojada. La carencia de pene es interpretado como el resultado de una castración, surgiendo entonces en el niño el temor a la posibilidad de una mutilación análoga.
El niño cree que solo algunas personas indignas, culpables probablemente de impulsos ilícitos, análogos a los suyos, han sido despojadas de los genitales. Las mujeres respetables, como la madre, conservan el pene. La femineidad no coincide aún para el niño con la falta de miembro viril.
Sólo más tarde, cuando el niño aborda los problemas de la génesis y el nacimiento de los niños, y descubre que únicamente las mujeres pueden parirlos, es cuando deja de atribuir a la madre un miembro viril.

* Caracteres de la vida sexual infantil: es esencialmente autoerótica (su objeto se encuentra en el cuerpo propio) y sus pulsiones parciales singulares aspiran a conseguir placer cada una por su cuenta, enteramente desconectadas entre sí. El punto de llegada del desarrollo lo constituye la vida sexual del adulto llamada normal; en ella, la consecución de placer se ha puesto al servicio de la función de reproducción, y las pulsiones parciales, bajo el primado de una única zona erógena, formando una organización sólida para el logro de la meta sexual en un objeto ajeno.
Ya en la niñez se consuma la elección de objeto. Los afanes sexuales se dirigen a una persona única, y en ella quieren alcanzar su meta. Este es el máximo acercamiento posible a la conformación definitiva que la vida sexual presentará después de la pubertad.
La diferencia entre la niñez y la pubertad radica en que, en el primero, las pulsiones no están unificadas y subordinadas al primado de los genitales, o lo están de manera muy incompleta.

* Las elecciones de objeto en cada estadio:
Organización pregenital: Oral, Sádico - anal (actividad - pasividad), Fálica (genital masculino - castrado)
Organización genital: Femenino (definido por el objeto, la pasividad y la posesión de la vagina como albergue del pene), Masculino (definido por el sujeto, la actividad y la posesión del pene).

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